Después de tanto tiempo pasado de la última travesía es oportuno poner proa hacia lugares poco frecuentados.
El derrotero, simple, atractivo, seguro y tranquilo, nos llevó por el Cl. Arias, cruzamos el Paraná y continuamos por el Canal de la Serna y el Canal 4 hasta llegar al Paraná Miní. Caímos a estribor hasta el Canal Arana, el cual navegamos aguas arriba hasta desembocar en el Barca Grande, y una vez allí viramos nuevamente hacia estribor arrumbando hacia el Río de la Plata. Después de pasar la boca de La Barquita, unos 250 mts. sobre la margen derecha, llegamos a la Hostería Posada.
Eran las 15:30 hs. del viernes 15, el parador estaba cerrado y la apariencia general distaba bastante de la imágenes que se pueden ver en la web. A unos metros de ahí se encontraba una casilla flotante de la que salió una mujer al aproximarnos y aprovechamos a preguntarle si sabía algo de ese lugar, nos respondió que no.
Estaba claro que presentarles una nota sobre este parador no iba a ser factible. Navegamos aguas abajo por el Barca en busca de un par de lugares que habíamos detectado en la planificación de esta salida, a través del Google Earth, pero nada nos satisfizo. Llegamos hasta el Río de la Plata escoltados por una colectiva que de a poco nos dejaba atrás y que después de dos virajes certeros, buscando esquivar los bancos, tomaba Los Pozos del Barca Grande hacia el sur y se desvanecía en el horizonte; era el momento de definir como y dónde íbamos a pasar nuestro fin de semana largo.
Retrospectivamente, no podríamos haber hecho mejor elección. Decidimos entonces poner rumbo hacia el Aº Pantonoso, un viejo y querido paraje nuestro. Así que navegamos el Barca aguas arriba hasta unos 2.000 metros antes del destacamento de la Policia de isla que se encuentra en la boca de la Barquita, y ahí, sobre la margen izquierda, ubicamos la boca de nuestro destino.
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Esta vía que une el Barca Grande con el Correntoso es absolutamente navegable en toda su extensión con una profundidad promedio de 3 metros, no ofreciendo obstrucción alguna a cualquier altura de arboladura. Por su trazado (Norte - Sur) es un excelente fondeadero protegido de los vientos que más preocupan a cualquier navegante; suele ser muy poco transitado (solo alguna que otra amable embarcación lugareña) y al contar con buena corriente sus aguas son limpias.
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Amarra de lujo. |
La única contra es que presenta un
fondo sucio con gran cantidad de ramas y troncos que yacen en el lecho, convirtiéndolo entonces en un tenedero poco apto o poco garantizado a la hora del izado libre del fondeo. Pero su contracara es que la mayoría de sus costas son firmes y están cortadas a pique, con 2 metros de profundidad a metro o metro y medio de éstas, con fuertes ramas que se lanzan desde la orilla en voladizo hacia el medio del arroyo de donde amarrar y tirar retenidas es muy sencillo. Esta forma de permanecer en una vía de agua la vuelve muy segura y tranquila a la hora de pernoctar, sin
garreos ni
apiladas contra costas ni ramas.
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Los primeros mates. |
Ya ubicados (viernes 17:30 hs. aprox) colgamos el Parsun en el semi, instalamos en proa el grupo electrógeno, preparamos unos
verdes y nos aprestamos a disfrutar de los días venideros. Aunque un poco fresca, la primera noche se dejó llevar y al día siguiente, con un unas cuantas líneas más en el termómetro, iniciamos una navegación de reconocimiento a bordo del auxiliar por los alrededores para buscar el mejor lugar de desembarco para tirar la parrilla. Resultó que el sitio ideal estaba al través de donde habíamos amarrado. Machete en mano para emprender una tarea mínima de limpieza, solo el pequeño sector que ocuparíamos y el acceso para que sea más cómodo, y al poco tiempo
voilà!... el lugar elegido contaba con todo lo necesario para oficiar como zona de recreación culinaria.
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Importante: apagar el fuego |
El feriado fue pasando entre noches agradables, de absoluta tranquilidad, con reconocimiento de estrellas y constelaciones en un cielo increíblemente bello, copa de vino en mano, y días diáfanos de primavera (aunque estamos a mediados de agosto) de variados menúes gastronómico, pesca, paseos, charlas, fotos y muy buena música.
Por la mañana del lunes comenzamos con la pesada tarea emocional de arranchar el barco, soltar retenidas, alistar el semi y repasar niveles de lubricantes, etc. Cerca del medio día zarpábamos rumbo a DL (Delta Lima - Dique Luján) modificando la derrota de ida, esta vez seguiríamos hasta el Guazú para bajar luego por el Paraná Miní hasta el Cl. 4 y posteriormente por el de la Serna y el Cl. Arias.
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O cedió el muerto o ...
alguien le pegó duro! |
Como era obvio de suponer, después de un finde largo y con los 26ºC reinantes a las 16:00 hs., todos iban a estar en el río y la vuelta se iba a poner complicada, a veces quisiera equivocarme más de la cuenta, pero descontando a un puñado de lamentables inadaptados el regreso se sobrellevó con tranquilidad e hidalguía.
Mis amigos nautas, nada puede opacar un día de navegación, ni que hablar si fueron tres!
Por eso, como siempre les recomiendo: busquen nuevos destinos, nuevas experiencias, otros escenarios. Vivan el paraiso, naveguen el Delta!
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