Tercera Pierna: El cielo se encontraba totalmente despejado, con una temperatura muy agradable de 24º C y viento calmo. Eran las 6 de la mañana, nos despertó el zumbido de la tanza de una desmalezadora azotando el pasto. Ducha fresca, últimos preparativos y zarpamos a las 08:15 hs. con destino al remanso de la desembocadura del río Areco.
Con un Paraná planchado, pero corriente fuerte persistente, alcanzamos los 4,3 nudos de velocidad crucero. Nuevamente la poca velocidad nos hace descubrir despojos de lo que fue una época gloriosa del comercio naviero argentino y parajes donde atracar ante cualquier necesidad; tal es el caso del Club del Personal de Limpieza situado sobre la costa continental, a la altura de la boya del Km. 131,2. Desde el río se puede ver que cuenta con un amplio recreo, muelle de pescadores, proveduría y unas cuantas amarras. De entre los árboles emergen un par de mástiles de veleros, deduciendo entonces, que se trata de una bahía con buen calado.
Según se sigue avanzando, sobre la Vuelta del Pelado (dos curvas seguidas muy cerradas en forma de "S")nos encontramos con la Central Nuclear Atucha, facilmente reconocible por sus dos enormes cúpulas edilicias. En este punto geográfico se deberá tener muy presente que en caso de cruzarse con buques de gran calado en navegación, éstos tienen prioridad absoluta ya que al virar con corriente importante como la que teníamos en ese momento, el buque tiende a derivar de popa en plena curva produciendo un efecto de barrido hacia afuera, cuidado! Más adelante van apareciendo unas importantes barrancas salpicadas de coloniales chacras que vigilan desde lo alto el Paraná. La boya del Km. 140 nos anuncia la proximidad de la boca del Baradero, sobre la margen izquierda una casona rosada (San josé) nos franquea la entrada y un par de kilómetros aguas arriba por el Baradero encontramos nuestro fondeadero natural, siendo las 12:45 hs.
La desembocadura del Areco en el Baradero genera un remanso paradisíaco para fondear y hacer noche, con vegetación baja, gran variedad de aves y buena profundidad (en ese momento con 20 pies). A finales de la tarde, cuando el uso del grupo electrógeno se hacía imperativo, tratar de arrancarlo agotó todo mi aliento. Sin resultados, la intervención de una mano de obra barata y a tiro se hacía imprescindible. Mientras "algunos" turistas se distraían pescando con las últimas luces del día, el oficial de máquinas puso en marcha el grupo, limpieza de carburador mediante.
Más tarde y con todo dispuesto: unos bifecitos con tomate, aceite de oliva con orégano y un buen Malbec nos dispusimos a cenar con un cielo plateado de estrellas.
Con los primeros rayos de un amanecer de película despertamos y decidimos desde el agua disfrutar de ese espectáculo increíble. Ya avanzada la mañana emprendimos la rutina de a bordo: unos mates, secado del rocio de la cubierta, el retiro de los cubre ventanas, de mosquiteros y el repaso del check list para zarpar. A las 11 de la mañana partimos de ese paraiso con rumbo a nuestro próximo destino: Baradero.
Continuará...