Como lo prometido es deuda, hoy dedicaremos este espacio a la calefacción a bordo. Con la llegada del frío las salidas con el barco van disminuyendo, incluso pasar una noche en el arroyo cerca de la amarra se convierte en un plan poco tentador.
Para los que disfrutan de la vida a bordo en la amarra, la solución puede ser muy simple. Un caloventor conectado a 220 volts (dispositivo que cuenta con una resistencia de 600 y 1200 Watts, mínimo y máximo respectivamente, que al generar calor un ventilador mueve el aire caliente) o la sencilla instalación de una recién aparecida placa cerámica (elemento refractario de bajo consumo que cuenta con un termostato para regular la temperatura ambiente) calientan en pocos minutos la camareta y son muy seguros. Pero su efectividad se termina cuando se acaba el cable...
Las hornallas del anafe nos pueden venir bien, pero no son aptas para ambientes cerrados, y son riesgosas a la hora de dormir.
Otra opción pueden ser los calefactores marinos. En su amplia gama, usted puede contar a partir del clásico y pasado de moda calentador a mecha Bram-Metal hasta los calefactores a gas, pasando también por la antiguamente usada salamandra. En el primer caso, el calentador puede ser montado en una base cardánica y con tiraje al exterior. Aunque difícil de evitar el enrarecimiento del aire de la cabina, su otra contra es el siempre presente “fantasma” de un derrame de combustible. Las salamandras en cambio, son muy seguras aunque presentan tres características poco amistosas: una es el estivado de la madera como combustible, la otra, el ahumado y por último la suciedad que producen los restos de su combustión. Lo más recomendable en estos casos es un calefactor a gas, de rápida instalación a la garrafa de la embarcación y cuya cámara de combustión no tiene comunicación con la zona de estar y tanto el aire que consume como los gases quemados están conectados al exterior mediante tubos con trampa de agua, lo que los hace muy seguros y se los puede dejar encendidos durante toda la noche.
Ahora bien, en el rango alto del abanico de posibilidades, están los calefactores tipo Webasto, Eberspächer o Viaggio, siendo este último de origen nacional y reciente aparición en el mercado. Los dos primeros, son los calefactores marinos por excelencia con tecnología de punta pero muy simples y confiables. Todos poseen muy bajo consumo tanto eléctrico como de combustible y se pueden tener encendidos en cualquier condición de navegación, incluso en veleros y con gran escora, ya que el sistema no se afecta en absoluto.
Un cálculo simple nos arroja el equipo necesario: hacen falta 80 o 100 Watts por cada metro cúbico de cabina y de 60 o 75 Watts para los camarotes. En el caso de un equipo de 2.200 Watts consume entre 0,12 y 0,24 litros de gasoil por hora, dependiendo de la potencia usada, y 22 W de la batería durante el arranque y luego baja a 9 W una vez en funcionamiento. El calefactor apenas ocupa el espacio de una caja de zapatos alojado en la sentina y por medio de un panel de control, dentro de la cabina, se tiene acceso a todas las prestaciones del al equipo.
Los costos testeados fueron los siguientes: Equipo Eberspächer modelo D4 de 2200 watts, con kit de 3 bocas, u$s 1978 (Carlos Friedlander de Trimer); recomendado para una embarcación de 10 mts. de eslora con tres volúmenes a calefaccionar. En el caso del equipo Viaggio, un equipo similar tiene un costo de $5.000 (Viviana del Dpto. Comercial de Equipamientos Viaggio) con colocación incluida, aunque en ambos casos la instalación es muy sencilla y puede ser hecha por el propietario que se da un poco de maña.
Su funcionamiento se inicia partir de una bomba de gasoil externa al aparato que inyecta gasoil en la cámara de combustión, lugar donde se mezcla con el aire y se enciende al pasar por una bujía precalentada. Durante esta etapa inicial el consumo de batería es alto, ya que la bujía necesita máxima temperatura. En una cámara cerrada se produce esta combustión, cuyos gases resultantes atraviesan un intercambiador de calor de fundición y salen al exterior por un escape. Por otra parte, dentro del mismo calefactor, atraviesa el circuito de aire de la cabina. En un extremo se aspira el aire de la cabina, que atraviesa el intercambiador de calor elevando su temperatura pero sin ningún contacto con los tóxicos gases de la combustión. Este aire es forzado a través del equipo y sale nuevamente caliente por una cañería flexible hacia las bocas de salida en el interior de la cabina.
Bueno, ahora secos, reparados del viento y calentitos no hay excusas para no navegar en familia. Buenas travesías y hasta el próximo lunes. ENDT