Así pues, muchos más de mil años antes de Colón, la esfericidad de la Tierra estaba perfectamente establecida, y aun su tamaño aproximado, que los cartógrafos de Salamanca conocían perfectamente bien.
Ahora bien, Colon basándose en mapas medievales de un geógrafo musulmán llamado Alfageno (del siglo X), y en un mapa mas moderno (de Toscanelli), que obtuvo por medios que se desconocen, rebajó la cifra de Eratóstenes a treinta mil kilómetros, y luego "afinó" los cálculos hasta convencerse de que el Asia solo se encontraba a unos cuatro mil trescientos kilómetros al oeste de las islas Canarias (más o menos a la altura de Cuba).
Muy correctamente (e incluso cortésmente), los geógrafos de Salamanca (como lo habían hecho antes los de Portugal) le señalaron que estaba equivocado, que la distancia real era mucho mayor, que era imposible cubrirla con los medios de la época, y se pronunciaron en contra de la expedición.
Así es que, la redondez de la Tierra jamás estuvo en discusión durante los avatares de Don Cristóbal. Si los reyes lo financiaron, fue por razones políticas (en competencia con Portugal) o porque en realidad no hacia falta tanta plata o porque no sabían nada de geografía.
Si América (cuya presencia era insospechada) no hubiera existido, Colón nunca hubiera llegado a ninguna parte y se hubiera perdido en el mar con sus tres barquichuelos. Pero la existencia de América, como casi todas las cosas, fue un hecho meramente fortuito en el cual, dicho sea de paso, Colon jamás creyó.
Hasta aquí llegamos amigos con este lado no tan conocido de la historia del viaje descubridor de las "Américas". Espero haberlos entretenido y me despido hasta la próxima deseandoles buenas travesías.