miércoles, 20 de julio de 2011

VIVIR A BORDO

Fascinados por el río, en búsqueda de tranquilidad y bajar unos decibeles, cada vez son más los propietarios de barcos que optan por vivir en ellos.

A continuación relataremos la historia de cuatro navegantes que abandonaron su terruño para vivir más tiempo en contacto con la naturaleza, sus estaciones, colores y fragancias; para cambiar el paisaje de la ciudad por un entorno más a fin con su pasión.

Si bien el cambio es categórico, el mayor desafío consiste en convertir una embarcación deportiva en una casa, despojándose de cierta comodidad y lugares espaciosos; la incorporación de los objetos cotidianos (indumentaria, servicios, confort, etc.) en unos pocos metros cuadrados significa un verdadero reto.

La gran mayoría de estos hogares “flotantes” son ocupados por propietarios solteros o separados de ambos sexos y, en menor proporción, por parejas y matrimonios con hijos pequeños.

Los motivos que llevan a tomar tamaña decisión son múltiples y variados, tantos como la cantidad de nautas que eligieron vivir así. Están aquellos que conocieron esta forma de vida empujados por algún motivo personal, otros que fanatizados por la vida náutica se negaron a circunscribirla sólo a los fines de semana o los que han mantenido en estado latente este deseo y dadas ciertas circunstancias especiales concretaron su sueño. Sin embargo, todas las historias coinciden en un punto: mejorar la calidad de vida (más bienestar, más momentos de ocio y relax, etcétera).



Adriana Mustoni: Instructora náutica de profesión, hace casi veinte años sintió la necesidad de darle nuevo rumbo a su vida. Con hijos grandes y demasiada presión en su actividad comercial, decidió cambiar los tacos altos por zapatillas y se instaló a bordo.
Fue muy difícil deshacerse de muebles, cuadros y libros y quedarse solamente con lo indispensable, pero con el tiempo, te das cuenta de la cantidad de cosa innecesarias a las que uno está aferrado. Cada día que pasa estoy más segura del paso que di, nos comenta Adriana.

Carlos Menéndez: Marino retirado y fanático de la náutica, Carlos, con muchas ganas de cumplir proyectos postergados, decide en los ’90 adoptar como domicilio fijo su pequeño barco. Nos cuenta que uno de los grandes beneficios, en esta nueva vida que emprendió, es haber armado una comunidad muy enriquecedora con gente de experiencias muy interesantes.

Juan Pablo Arenas: Hace veinte años conoció la náutica a través de un amigo y ya nada fue igual a partir de entonces. Con la amarra en un club de Olivos, Juan Pablo pasaba sus fines de semana (de viernes a lunes) en el barco hasta que decidió mudarse definitivamente a su velero. Nos cuenta que tiene media hora de viaje hasta su trabajo y al volver, se sumerge en otro mundo.
Es como vivir en una casa con pileta olímpica, doce canchas de tenis, restaurante y parque, ¿qué más se puede pedir? Las vacaciones también están resueltas, solo hace falta elegir un destino y encarar la travesía!

Daniel González: Hace cinco años que, por problemas familiares, decidió cambiar su casa por su barco. Hoy en pareja, Daniel nos explica que la clave para vivir dos personas en un lugar tan reducido es: optimizar al máximo los espacios, ser lo más ordenado posible y tratar de no perder la calma ni la paz.

Estimados colegas, no hay dudas de que tener amarrada la vivienda a una marina o muelle tiene su encanto, y para quienes se deciden a descubrirlo, vivirlo intensamente y aprovechar de los beneficios de la tranquilidad, esto no tiene precio!

fuente: L. Fava

miércoles, 6 de julio de 2011

INVERTIR en un INVERTER

En esta época del año es, generalmente, cuando se apresta a la embarcación con esos detalles faltantes que se descubrieron durante el verano.
Cualquier navegación, y más aún si disponemos de un casco de desplazamiento, por menor que sea, demandará entre 60 y 90 minutos.
En el período estival, este tiempo de navegación juega un roll preponderante a la hora de mantener el frío dentro de una heladera. Si bien es cierto que existen de 12/24v, sus costos no siempre son accesibles (entre $4500 y $5100) y es entonces cuando muchos optamos por heladeras de 220v (entre $1000 y $1600).
Pero hete aquí, nos encontramos con el problema de alimentar este artefacto mientras navegamos. Hoy en día esto ha dejado de ser un inconveniente ya que se encuentran en el mercado una línea de artículos electrónicos capaces de atender esta necesidad a muy buenos precios.

El inverter, también llamado: inversor, transformador, conversor, etc., utiliza 12 voltios input y entrega 220v. con una variada potencia eléctrica, 100 /150/ 200/ 350/ 500/ 600/ 1000/ 1500 watts, etc. y cuyos valores oscilan entre los $120 y los $2.500 aprox. (dependiendo de la potencia de entrega y de la calidad de los elementos utilizados por su fabricante).

Basicamente, para la elección del equipo correcto, se deberá tener en cuenta la sumatoria de las potencias de los electrodomésticos a alimentar, incluyendo en el caso de la heladera, el pico de potencia que generará el arranque del motor del compresor. Estos valores, por lo general, se pueden encontrar en los manuales o bien en alguna etiqueta adherida al artefacto en cuestión, siendo su unidad el Watt.

INSTALACIÓN:

Como muestra la primer foto, la entrada se efectúa a través de la bornera que se encuentra en la parte posterior, junto al cooler (dispositivo de enfriamiento que bajo ninguna circunstancia se deberá obstruir). Según la potencia del inverter, los conductores a utilizar serán los siguientes 150W 4mm, 350W 6mm, 600W 10mm, 1000W 16mm, 1500W 25mm, 2000W 25mm, 2500W 2 x 25mm y 3000W 2 x 25mm de sección, manteniendo los colores de las borneras, debiéndoles soldar un terminal del tipo ojal de 1/4" y colocándoles aislación termo-contraible.

En nuestro caso particular, decidimos interrumpir la entrada con un interruptor de cuchillas, denominado "auxiliar". Otra consideración a tener en cuenta es que el inverter trabajará mejor en lugares ventilados, secos y preferentemente frescos, separado de la base de fijación a través de topes de goma o similares.
El inversor funcionará en los rangos de voltaje entre 11 y 16v, si el voltaje de entrada se encuentra por debajo de los 10,5v sonará una alarma, apagándose el inverter si el voltaje cae por debajo de 10v protegiendo a las baterías de una descarga profunda.
Y ya está! sólo falta conectar el/los artefactos al toma provisto en el aparato y encender...

Estimados amigos nautas, hemos llegado al final de otra entrega. Esperamos encontrarlos próximamente en este, "nuestro lugar de encuentro" para seguir charlando sobre lo que nos apasiona. Vivan el paraiso... naveguen por el Delta!!!