miércoles, 30 de marzo de 2011

RECUPERAR EL FONDEO

En la nota pasada, nos habíamos quedado fondeados en el Paycarabí a la espera de reencontrarnos en este próximo artículo. Previendo tiempo extra para preparar el nuevo material nos dispusimos a zarpar cuando, en el presiso momento de recuperar el fondeo, nos dimos cuenta de que no sería tarea fácil.
El lecho de nuestro delta se haya plagado con restos de demoliciones, chatarra, grandes troncos y una amplia variedad de muertos (elemento de gran peso apoyado en el fondo donde se afirma el cabo de fondeo o en este caso el ancla) con los cuales es posible encontrarse, y de hecho nosotros habíamos "pescado" algo.

En estos casos el uso de un boyarín suele ser la solución. A esta pequeña boya se le hace firme uno de los extremo de un cabo de entre 4 a 6 mm. de mena (diámetro), según el peso del ancla, por 10 metros de longitud. El otro extremo del mismo cabo u orinque, se sujeta a la cruz del ancla. De esta manera, con solo enganchar el boyarín con el bichero e izarlo, facilmente el ancla hubiese zafado del enganche.

Pero claro, como siempre llevamos de tripulante a "Murphy", y él a sus leyes, lo que se suponía un trámite rápido y sencillo se convirtió en la madre de la burocracia. La solución, antes de llamar a un buzo táctico, consistió en deslizar una cadena con un lazo a lo largo del fondeo, hasta conseguir llegar a la caña y luego hasta la cabeza del ancla para poder tirar de ella en el sentido opuesto, utilizando el bote auxiliar.

El boyarín tiene además la función de identificar la zona en donde se encuentra el ancla de una embarcación, previniendo a otro navegante de su existencia y evitar así enredos de cabos y cadenas, gareteos posteriores, etc., muy comunes en fondeaderos muy concurridos.


Prevenga situaciones como la detallada y que en su próxima salida no falte este pequeño y económico amigo que encontrará en cualquier almacén náutico. Que tengan muy buenas singladuras y nos encontramos aquí, en la web del navegante!

miércoles, 16 de marzo de 2011

NAVEGANDO EL PAYCARABÍ

Creo, sin temor a equivocarme, que la náutica es una actividad por demás solidaria a la hora de experimentar sensaciones nuevas. Como el descubrir nuevos parajes es una de estas, decidimos recorrer todo el Arroyo Paycarabí desde su nacimiento en el Canal de la Serna y hasta su desembocadura en el Paraná de las Palmas. Dado que nos encontrábamos en el Paraná Miní decidimos agregarle a este derrotero la navegación del Paycarabicito; en total unos 20 kms. aproximadamente.

La entrada (S 34º 08 862 - W 58º 33 982) a este arroyo se encuentra algo escondida por los juncos y, aunque angosta, a los pocos metros comienza a ensancharse. Posee aguas estacionarias limpias con una profundidad promedio de 1,60 mts. y una tupida vegetación en sus costas, bastante poblado y es amable con su tránsito.
Luego de navegar unos 3,5 kms. se llega a una bifurcación en donde se deberá caer a estribor para evitar un arroyo que lentamente se va angostando hasta hacer imposible la navegación por las ramas que se encuentran en el agua y la gran cantidad de camalotes.
Poco después se encontrará de frente con un amplio y muy bien mantenido galpón en donde deberá caer a babor para entrar, ya entonces, en el Aº Paycarabí. A partir de ese momento el arroyo cobra mayor importancia en ancho y en quintas productoras de frutas, maderas y actividades apicultoras.







Interesantes construcciones develan las distintas épocas por las que atravesó nuestro delta, épocas de gloria y épocas de olvido, de inversión y de abandono. La actividad social y económica autóctona se entrelaza con la turística para dar como resultado esa "melange" propia de la zona.

A cada paso el presente se encuentra con el pasado y ambos conviven en una exquisita armonía.
Seguimos navegando a cinco nudos promedio y disfrutando de lo sinuoso del Paycarabí, lo cual lo hace muy entretenido para timonear. Habiendo recorrido unos 12,5 kms. y después de virar ceñidamente a estribor nos cruzamos a babor con el Canal Estudiante; 1,5 kms. después nos cruza el Durazno, denominado arroyo de la margen derecha y aguaje de la izquierda.
De allí en más este pintoresco arroyo se convierte en uno de los más lindos fondeaderos del delta interior. Con poco tránsito, muy buena profundidad, con un ancho de entre 80 a 100 metros y varias embarcaciones fondeadas en busca de tranquilidad y belleza. Hemos decidido imitarlos y aquí quedarnos hasta el próximo encuentro. Los esperamos...